En nuestra practica diaria, es de vital importancia el que exista una correcta planeación, basada en
objetivos generales y particulares que permitan obtener resultados en la
práctica que lleven a la superación de maestro, alumno e institución. Es aquí
donde se da la aplicación del curriculum formal, ese curriculum que debe estar
bien fundamentado y documentado; no se puede aplicar este de memoria o según lo
que vaya surgiendo porque pierde toda formalidad y seriedad.
Pero a pesar de planear de forma organizada lo que en el salón de clases
llevaremos a la práctica, en necesario tener en cuenta que existen eventos o
condiciones que no podemos vaticinar y que siempre surgen imprevistos.
Entonces nosotros como docentes debemos estar preparados para esas
contingencias, ya que la clase no puede esperar; y es ahí donde la práctica
debe seguir con las condiciones actuales, sin perder de vista el plan original,
no debemos olvidar que el currículum real
encuentra su razón de ser en la práctica educativa y es en dicha práctica donde
confluyen y se entrecruzan, de manera más o menos equilibrada y conflictiva,
diversos factores, entre los cuales se encuentran tanto el capital cultural de
maestros y alumnos, como los requerimientos del currículum formal, los
emergentes no previstos de la situación colectiva del aula y otros factores
socioculturales, económicos y políticos presentes en el contexto social de la
institución educativa en espacios y tiempos específicos; así mismo, maestros y
alumnos con similares o distintas inserciones sociales e historias personales
con concepciones diversas sobre una variedad de asuntos vitales generan la
apropiación de conocimientos, valores, habilidades, actitudes y destrezas, en
el transcurso del proceso de enseñanza y aprendizaje.
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